Llegamos a la capital de Bretaña, una ciudad con notables paralelismos con el Vigo del que procedemos algunos de los viajeros (población, fábrica de Citröen, universidad), con la finalidad de pasar allí un par de días y prepararnos para desembarcar en Normandía. Allí reside desde hace décadas nuestro familiar Guillermo, cuya vivienda, que comparte con su marido Philipe, se convirtió en la base de operaciones del grupo que disfrutamos de su generosa hospitalidad.
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Cenando en Rennes en casa de Guillermo y Philipe.
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De hecho, la idea de visitar la isla de Ré había sido de ellos y fue sin duda un acierto. Así que a media tarde del día de la Ascensión, festivo en todo el país (y parte del extranjero) y comienzo de un largo puente para numerosos franceses, estacionábamos nuestro flamante vehículo-vivienda frente a la casa de Philipe y Guillermo. Además de ellos, nos recibieron calurosamente sus dos mascotas, Ramón, el gato, y Suzy, la basset hound.
Esa tarde nos quedamos en su tranquila urbanización, situada en la periferia de Rennes, y reservamos las energías para el día siguiente, jornada en al que ellos nos acompañarían a recorrer la ciudad. No obstante, dos de los viajeros ya habían estado allí anteriormente.
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Sede del antiguo Parlamento de Bretaña |
La visita comenzó en la plaza donde se ubica el antiguo Parlamento de Bretaña, actualmente sede del Tribunal Superior. Entre otros motivos, porque en un país centralista como Francia no hay parlamentos regionales. De hecho, cumplió esta función durante algo más de dos siglos, hasta que la Revolución Francesa los eliminó.
A no demasiada distancia se encuentra la piscina de Saint Georges, inaugurada hace casi un siglo (1926) y que sigue cumpliendo dicho cometido a unos precios super asequibles para todos los ciudadanos. Es ya un emblema de Rennes y de hecho se va allí a nadar... y también a visitarla para admirar su atractivo diseño art-decó, tanto que fue declarada monumento histórico en 2016. Así que entramos sin problemas en la sorprendente instalación que conserva intacta su funcionalidad original.
Su construcción no estuvo exenta de polémica debido a su coste y que hace un siglo gran parte de la población no entendía la finalidad y los beneficios que podría ofrecer una instalación deportiva, que no higiénica. Por ello, una vez inaugurada muchos se extrañaban de la obligación de ducharse antes de acceder al vaso.
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Interior de la impresionante piscina en una foto de la Oficina de Turismo. Las puertas en los laterales del vaso son las cabinas de los bañistas |
Allí, además de los mosaicos y del diseño, llaman la atención los vestuarios individuales llegando hasta el mismo vaso. Un dato a tener en cuenta es que cuando se construyó únicamente había 16 piscinas cubiertas en Francia y está se situó en el solar de una iglesia en ruinas.
A poca distancia y con el mismo nombre, se construyó el Palacio de Saint Georges, un inmenso edificio edificado sobre una antigua abadía benedictina, y de hecho en su fachada lleva el nombre de una abadesa de la orden de finales del XVII. En 1929 fue destruido parcialmente por un incendio y actualmente los utiliza el Ayuntamiento como sede de algunos servicios municipales.
Casi tan atractivo o más que el inmueble es un agradable jardín francés siempre muy concurrido situado en la parte frontal.
Pero si por algo es conocida la ciudad de Rennes es por su importante patrimonio de casas de madera, de las que están catalogadas 370, la cifra mayor de las ciudades bretonas.
Una gran parte de este patrimonio está bien conservado, pero ni mucho menos todo.
La explicación de la abundancia de estas construcciones es simple: la madera abundaba y estaba a mano. Hubo que esperar a que los canales de navegación facilitaran la llegada de la piedra para que se abandonara este sistema.
Claro está, la madera también tenía el riesgo de los incendios, tan frecuentes en todas las ciudades y que hizo desaparecer barrios enteros. El auge de estas construcciones se mantuvo entre los siglos XIV y XVIII.
Nuestro agradable paseo matutino por Rennes disfrutando de su historia no nos impidió localizar este curioso urinario, situado en la explanada de un parque a la vista de los paseantes. Sin que hubiera que insistir, dos figurantes dieron una demostración (teórica) de su funcionamiento pese a que carecía de instrucciones de uso.
Aunque destacan sus vetustas casas de madera, en Rennes hay innumerables edificios de piedra y calles adoquinadas en su centro histórico.
En la ciudad se han salvado algunos restos de sus murallas, como sus conocidas puertas Mordelaises, construida sobre otra puerta más antigua. La historia de sus defensas se remonta en la historia a los galo-romanos y sufrió numerosas vicisitudes.
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Edificio de la Ópera de Rennes, frente al Ayuntamiento |
La plaza flanqueada por la Ópera y el Ayuntamiento es una de las mayores de la urbe y la sede operística fue inaugurada en 1836. Es una de las más pequeñas de Francia, cuenta solamente con 642 localidades. Quizás por ello, desde 2009, y cada dos años, se ofrece el Open Air Opera, una retransmisión en la plaza que pueden seguir varios miles de personas.
Nuestro tour guiado por Rennes concluyó en el parque Thabor, un maravilloso recinto ajardinado de diez hectáreas que anteriormente fue jardín de los monjes benedictinos de Saint Melaine. Existen distintas zonas, incluido un jardín francés, un jardín inglés, una cueva y un quiosco de música.
Pero posiblemente sea su rosaleda lo que más sorprende al visitante. Dispuesta en círculos concéntricos y con una pared lineal exterior, cuenta con más de 2.000 variedades y es labor imposible memorizar siquiera parte de la lista inagotable de nombres.
Imaginamos que un jardín de rosas de este volumen y el conjunto del recinto deben precisar una enorme plantilla de operarios y jardineros.
Pero como vimos en otros lugares, el parque es de uso público, pero ni mucho menos está abierto 24 horas. Tiene horario (cierra a las 20:30 en verano y dos horas antes en invierno) y los perros deben ir sujetos. En esto se puede decir que es casi aperturista, ya que días después vimos un parque en Dinan donde se prohíbe el acceso de perros aunque vayan con correa.
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Aspecto del concurrido mercado sabatino de Rennes |
Al día siguiente teníamos previsto salir de mañana para Normandía e iniciar nuestro tour por las playas del desembarco de ídem, pero nuestros anfitriones nos convencieron, sin que hiciera falta mucho esfuerzo, para retrasar la salida y conocer el mercado de los sábados. Allí fuimos a primera hora de la mañana, recorrimos sus dos edificios y las docenas de puestos al aire libre. Cantidad de productos frescos, pescados, frutas, verduras, quesos, plantas..... quedamos maravillados de su calidad y variedad y pasamos un rato muy agradable . Se entiende que sea un recinto al gusto de los vecinos de la ciudad, que todos los sábados acuden masivamente a aprovisionarse de un poco de todo.
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Cena de despedida con Guillermo y Philipe la tarde anterior a nuestra partida |
Fueron dos días estupendos, en familia, y aprovechamos para recibir consejos varios para encarrilar la visita a Normandía. Después, ya en la carretera, pensábamos hacer escala en Rouen, pero el cámping estaba completo y fuimos directos a Veules-Les- Roses, pequeña población de la que lo ignorábamos todo, incluida su propia existencia, y que fue una muy interesante sorpresa.
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